La relación epistémica entre sujeto y objeto en la literatura fantástica

Por: Fausto Gallegos Raygoza

Resumen

Este texto muestra la actitud epistémica irracionalista e intuicionista que los personajes de literatura fantástica adoptan. Así mismo, la relación no dual entre sujeto y objeto en este modo ficcional. Se plantea la posibilidad de que esto tenga bases en el romanticismo y en la filosofía antigua. Se parte de las teorías del conocimiento de Johan Hessen y de las de la literatura fantástica de Tzvetan Todorov. Se frecen algunos ejemplos de cuentos fantásticos en donde ocurren los aspectos antes mencionados. Al final, se expone que papel juegan la razón y la intuición en la literatura fantástica.

Palabras clave: antigüedad, conocimiento, fantástico, filosofía, intuición, literatura, objeto, razón, romanticismo, sujeto.

Introducción

En el presente trabajo exponemos la relación epistémica entre sujeto y objeto en la literatura fantástica. Nuestra idea central es que en este modo ficcional la relación entre sujeto y objeto no es dual, y que el personaje adopta una actitud epistémica irracionalista e intuicionista. Esto puede tener bases en el Romanticismo que, a su vez, parece retomar algunas ideas de la filosofía antigua (con algunas variaciones). Las teorías de la literatura fantástica de Tzvetan Todorov serán nuestro punto de partida, pues parece ser el primero en sistematizar el género de lo fantástico. Además, en su libro: Introducción a la literatura fantástica, analiza obras del Romanticismo o cercanas a este periodo. Pero compararemos sus aportaciones con las de otros teóricos, con la finalidad de lograr una descripción (lo más integra posible) de la literatura fantástica. Comencemos, entonces, con algunas nociones básicas del conocimiento y de este género literario.  

1. El fenómeno del conocimiento y la literatura fantástica en Todorov: nociones básicas

Podemos comenzar por decir que el conocimiento es un fenómeno, es decir, la manera como se presentan las cosas a nuestra experiencia. Involucra la relación de un sujeto con un objeto. Ahora bien, dicho vinculo es básicamente racional, pues el sujeto no sólo percibe las cosas, también las configura con la ayuda de su intelecto, sin el cual no podría hacer representaciones de las cosas, discernir entre un objeto y otro, elaborar conceptos y argumentos, etcétera. Como dice el filósofo Johan Hessen en su Teoría del conocimiento: “Conocer significa aprehender espiritualmente un objeto. Esta aprehensión regularmente no es un acto simple, sino que es el resultado de una serie de actos. El ser que conoce, la consciencia cognoscente necesita ‘girar’ alrededor de su objeto para aprehenderlo realmente; pone a su objeto en relación con otros, los compara, deduce conclusiones, etcétera”.[1]

Digamos que la manera de conocer más ortodoxa es la que acabamos de exponer. Los seres humanos, generalmente, conocemos por medio de la razón, discernimos entre un objeto y otro. Pero puede haber otras formas de conocimiento poco ortodoxas, irracionalistas: hablamos en este caso del intuicionismo. En pocas palabras podríamos definirlo como un conocimiento inmediato, más emocional o afectivo que racional. Un ejemplo de esto podría ser cuando percibimos la belleza de un paisaje y no podemos comunicar dicha belleza por medio del discurso intelectual, racional, ya que es algo que sólo podemos vivir, experimentar de manera directa. Hessen dice al respecto: “Los valores estéticos no pueden percibirse de manera intelectual o discursiva, sino solamente en forma emocional e intuitiva”.[2] En este sentido parece que la relación con el objeto se vuelve, por decirlo así, más cercana. Es decir, cuando percibimos el valor o la belleza de un objeto de manera directa podemos incluso identificarnos con él. Así, el límite entre sujeto y objeto desaparece o, al menos, las fronteras que los dividen se ponen en tela de juicio.

Con esto ya podemos tener un primer acercamiento al tema de la literatura fantástica, pues en dicho género el tipo de conocimiento prevaleciente en los personajes es precisamente el intuitivo, además de que la división tajante entre sujeto y objeto desaparece. Tzvetan Todorov establece como característico de lo fantástico dicha desaparición. Él dice: “El esquema racional nos representa al ser humano como un sujeto que se pone en relación con otros o con cosas exteriores a él, y que tienen un status de objeto. La literatura fantástica pone en tela de juicio esta separación abrupta. Se oye una música, pero ya no existe el instrumento de música emisor de sonidos y exterior al oyente, por una parte, y el oyente, por otra”.[3]

Esta descripción conforma la base de lo que Todorov categoriza como los temas del “Yo” en los relatos fantásticos. Son llamados de esa manera porque se centran en historias que tienen que ver con la mirada, con la subjetividad del personaje. Además de caracterizarse por la ruptura del límite entre sujeto y objeto, también puede haber multiplicidad de la personalidad, locura y alteración del espacio y el tiempo. Pongamos como ejemplo el mismo que pone Todorov en su Introducción a la literatura fantástica:

En la novela Aurelia de Gerard de Nerval, podemos ver cómo el objeto percibido (una voz) se funde con el sujeto que la percibe. El personaje principal dice: “Acostado sobre el lecho de campaña, oía que los soldados hablaban de un desconocido, detenido como yo y cuya voz había resonado en la sala. Por un singular efecto de vibración, me parecía que esa voz resonaba en mi pecho”.[4]

Es importante hacer notar la expresión “me parecía que”, la cual relativiza el valor de verdad de lo que se está diciendo y percibiendo. “Me parecía” es un modalizador epistémico que apunta a lo que el personaje cree, supone, y que casi nunca llega a saber. Esto puede ser un recurso lingüístico que refuerza el carácter subjetivo, vacilante e intuitivo de la literatura fantástica. De hecho, los modalizadores parecen ser recurrentes en la literatura fantástica, al menos de la época decimonónica. Tan sólo por mencionar otro ejemplo parecido, en el cuento “La noche” de Maupassant, leemos: “me parecía que hacía frio, que el aire se espesaba, que la noche, que mi amada noche, se volvía pesada en mi corazón”.[5]

Dicho sea de paso, la presencia de modalizadores en la literatura fantástica puede sugerir que las estrategias ficcionales de lo fantástico son simplemente estrategias lingüísticas. Afirmar esto sería simplificar demasiado el fenómeno, no sólo de la literatura fantástica sino de la literatura en general. Es evidente que el medio para relatar una historia fantástica es el lenguaje, la escritura principalmente. En este sentido el contenido no puede desligarse de la forma o del estilo de escribir, pero hay aspectos que van más allá de la forma. En conclusión, tiene que haber necesariamente estrategias lingüísticas en las ficciones literarias, pero estás nos llevan a un contenido y es importante tanto lo que se cuenta, como la forma en que se cuenta.

Con base a lo anterior, podemos decir entonces que, en cuanto al nivel del contenido, de lo que se cuenta, los personajes de literatura fantástica se caracterizan porque casi todo el tiempo están teniendo intuiciones; es decir, están aprehendiendo inmediatamente en su experiencia interna y externa. Perciben voces, el frio de la noche, dolor, alegría. Hay como una sobre estimulación que embota su intelecto, su capacidad de discernir entre un objeto y otro. Esto se relaciona con la vacilación epistémica, en donde el personaje se pregunta si el objeto existe o es producto de su imaginación; si la música, las voces, el frio de la noche existen en él o en el exterior. En los ejemplos citados con anterioridad están en él. Es como si el sujeto y el objeto percibido se unieran.

En suma, en la literatura fantástica disminuye la razón o se le da un papel secundario. No se niega, porque de lo contrario desaparecería la vacilación, el núcleo de lo fantástico, según Todorov. En otras palabras, es un irracionalismo moderado lo que parece estar presente en los personajes de literatura fantástica. La naturaleza de su conocimiento no es conceptual, discursivo; no pueden explicar lo que perciben, sólo lo intuyen. Aunque siempre está latente la posibilidad de una explicación racional. Sin embargo, la mayoría de las veces son indeseables por los personajes de ficción.

Ahora bien, los aspectos que acabamos de mencionar han sido criticados por otros teóricos y en algunos casos pueden considerarse superados. No obstante, parece que todos coinciden en que lo inquietante, lo que se sale de lo cotidiano y que afecta a la razón, es lo fantástico. O sea, en cualquier caso, el conocimiento intuitivo parece ser el prevaleciente y a la razón se le da un papel secundario. Veamos, brevemente, otras teorías de la literatura fantástica, antes de relacionar lo que hemos dicho hasta ahora, con algunos aspectos del romanticismo y la filosofía.

2. Literatura fantástica: otras voces

Mencionaremos de manera resumida algunas definiciones o descripciones de literatura fantástica que difieren de la teoría de Todorov, centrándonos en las explicaciones de la filóloga Ana María Barrenechea, pues toca más de cerca el tema de la literatura fantástica en Hispanoamérica de la época contemporánea.

Uno de los primeros aspectos que más se le critican a Todorov es que sus investigaciones son cerradas. Es decir, se limitan a estudiar obras de un periodo del siglo XIX, en el cual había varios temas tabúes como la necrofilia, el deseo sexual o la locura, que sólo podían ser tratados implícitamente en la literatura fantástica o de terror, a través de monstruos, vampiros o fantasmas. En este sentido, entonces, quedarían fuera de su teoría varias obras fantásticas actuales, en donde dichos temas ya no son cruciales.

Por otra parte, lo fantástico en Todorov se aplica a obras que cumplen condiciones muy estrictas, como la vacilación, la necesidad de explicaciones y el relato en primera persona o desde la perspectiva del personaje. En tal caso el género sería muy reducido. Así, Rosemary Jackson critica de Todorov el haber tratado el tema de lo fantástico como un género literario. Para Rosemary Jackson parece que lo fantástico ni siquiera es un género literario, sino un modo que puede presentarse en relatos de distintos géneros.

La escritora Rosalba Campra también critica a Todorov. Elimina la vacilación como característico de lo fantástico y pone como esencial de este género los silencios o vacíos, los cuales son cruciales, pues le dan una atmosfera enigmática al relato, el cual puede o no tener una resolución,

Ana María Barrenechea (la autora en la cual nos centraremos ahora) también cuestiona la vacilación y la exigencia de las explicaciones en la literatura fantástica. Ella define este modo ficcional más bien como un conflicto entre hechos normales y anormales. Menciona, incluso, que dicho conflicto puede ser aceptado desde un inicio por el personaje; es decir, no es necesaria su vacilación, aunque sí es fundamental que, por lo menos de manera implícita, exista el conflicto en su mente. Un ejemplo puede ser Axolotl de Julio Cortázar, en el cual el personaje afirma desde un principio, sin vacilación, ser un ajolote.

Barrenechea también cuestiona de Todorov algunos aspectos más que ya mencionamos antes, como el relato en primera persona o focalizado en el personaje, y el uso de modalizadores, los cuales, para la literatura fantástica contemporánea, no siempre son relevantes. Además, Barrenechea establece que el lenguaje poético y alegórico pueden reforzar lo fantástico, aspecto que no admitía Todorov. Aunque también en algunos casos el lenguaje poético y alegórico no influyen en lo fantástico. De cualquier modo, perece que aún prevalece el intuicionismo e irracionalismo en los personajes de la literatura fantástica contemporánea. También el límite que divide al sujeto y objeto siguen franqueándose, sólo que ya no se unen, sino que se contraponen, como en el cuento de Axolotl o de Lejana, de Julio Cortázar. Veamos, ahora sí, qué rasgos del romanticismo y de la filosofía puede haber en esto.

3. Rasgos del Romanticismo y la filosofía antigua en la literatura fantástica

Al hablar de los antecedentes históricos que han influido en la literatura fantástica, sobre todo en la literatura fantástica contemporánea, uno puede pensar en las vanguardias de la literatura de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Sin embargo, podemos retroceder más en el tiempo y encontrar también influencias del romanticismo en la literatura fantástica. De hecho, las obras que analiza Todorov se inscriben dentro del periodo romántico o son cercanas a esta época. La literatura fantástica de hoy en día también puede tener remanentes del romanticismo.

El primer carácter romántico que salta a la vista es esa exaltación de los sentimientos y de las sensaciones en los personajes de literatura fantástica. En segundo lugar, la evasión de la realidad. La mayoría de los personajes no están contentos con su entorno. En el cuento de Lejana, por ejemplo, Alina Reyes quiere evadir su cotidianidad aburrida. Parece preferir ser una mendiga, que tener una vida burguesa monótona. En tercer lugar, el quiebre de los límites que dividen las cosas que habitan el mundo.  En el romanticismo se buscaba una relación más íntima, directa y sensible con la naturaleza; una especie de “espíritu universal” que lo abrazara todo. Esto puede explicar la ausencia de dualidades en la literatura fantástica.

Ahora bien, en dicho periodo del romanticismo parece también haber influencia de algunas ideas filosóficas de la antigüedad. Principalmente hay dos conceptos de la filosofía antigua, que de alguna manera embonan con lo dicho hasta ahora. Nos referimos a la idea de Logos y de Hilozoísmo. Expliquemos someramente en qué consisten y su posible asimilación en el romanticismo y en la literatura fantástica[6]:

Logos, en términos simples, podemos decir que significa palabra discursiva, racional o inteligente. Los primeros filósofos occidentales, que tenían como principal objeto de estudio a la naturaleza, empleaban el término Logos para referirse al orden bajo el cual actuaba el universo. Dicho orden puede entenderse como sinónimo de inteligencia, pero también de belleza.

Hilozoísmo, por otra parte, se relaciona con el término logos. En pocas palabras, significa materia viva. Es decir, los filósofos de la antigüedad usaban el termino Hilozoísmo para referirse a la idea de que todos los objetos que habitan el mundo (incluso inanimados, como las piedras) poseen un alma sensible e incluso racional, que los hace “actuar” como animales o seres humanos.

Como ya lo mencionamos, ambas ideas de la filosofía antigua parecen influir en el romanticismo y en la literatura fantástica. Claro, es inverosímil que, literalmente, los objetos inanimados como las piedras posean alma racional y sensible. Pero el término Hilozoísmo sí pareció influir en la visión espiritual de la naturaleza que tenían los hombres románticos. Es decir, se la veía como algo vivo, dinámico y cambiante; parecida al cuerpo de un animal o de un ser humano.

Por otra parte, el término Logos también pudo haber sido asimilado en el romanticismo, como una manera de entender la belleza y el orden del mundo, pero más por medio de los sentimientos que de la razón. Por lo tanto, podemos decir que en la literatura fantástica hay, explícita o implícitamente, rasgos del romanticismo, y en este periodo histórico, a su vez, hay rasgos filosóficos. En otras palabras, el romanticismo puede ser una especie de puente entre filosofía antigua y literatura fantástica.

Entonces, ¿qué podría significar, en términos filosóficos, que un personaje de literatura fantástica adopte una actitud intuicionista y que la relación entre sujeto y objeto no sea dual?  La respuesta podría ser, con base a lo expuesto, que la literatura fantástica expresa una visión vitalista del universo. La “realidad”, en este modo ficcional, parece un todo dinámico, en donde los elementos de la naturaleza se relacionan entre sí íntimamente, como en una relación dependiente que rompe con la división dualista entre sujeto y objeto. Ahora bien, esta relación puede ser entendida como una especie de logos, un orden que el personaje constantemente siente, intuye.

Refiriéndose a la manera directa en la cual todo parece relacionarse en la literatura fantástica, Todorov dice: “Para que dos personas se comprendan, ya no es necesario que se hablen: cada una de ellas puede convertirse en la otra, y saber lo que esta otra piensa…Como el objeto deja de estar separado del sujeto, la comunicación se establece de manera directa, y el mundo entero queda insertado en una red de comunicación generalizada”.[7]

Hasta aquí hemos mostrado que en la literatura fantástica se le da un papel primordial a la intuición, a los sentimientos, dejando en segundo lugar a la razón. Esto puede hacernos pensar que hay un fuerte escepticismo hacía el uso de la razón. Incluso, podemos creer que se rechaza cualquier tipo de explicación racional. ¿Es tajante el rechazo a cualquier tipo de explicación racional en la literatura fantástica?  Nuestro trabajo todavía no concluye. Veamos qué papel juega la razón en este género literario.

4. Razón e intuición en la literatura fantástica

Parece que la respuesta a la pregunta que nos hicimos es no. Una cosa es ser escéptico y otra es ser cerrado. Es decir, en la literatura fantástica no se cierran las posibilidades de las explicaciones racionales, simplemente se ven con desconfianza, se ponen en duda. Para el personaje (y el lector), no suelen ser convincentes las explicaciones racionales en una obra fantástica. Más aún, parece que son indeseables. Pero de todas maneras, no se eliminan, siguen estando ahí, como una explicación alternativa.

Julio Cortázar, uno de los máximos representantes del género fantástico, expresa también cierto escepticismo hacía las explicaciones racionales, científicas. En una conferencia presentada por él en Venezuela, nombrada El sentimiento de lo fantástico, dice: «Yo diría que disciplinas como la ciencia o la filosofía están en los umbrales de la explicación de la realidad, pero no han explicado toda la realidad, a medida que se avanza en el plano filosófico o en el científico, los misterios se van multiplicando”.[8]  Podemos decir que Cortázar, a pesar de no ser un filósofo, pudiera ser un partidario del escepticismo y del intuicionismo (postura que proyecta en sus personajes). No rechaza las explicaciones racionales de la ciencia y la filosofía, pero al decir que no dan cuenta de toda la realidad, está adoptando una postura escéptica, y al referirse a lo fantástico como un sentimiento, nos sugiere que es algo más intuitivo que racional.

Ahora bien, hemos dicho que en la literatura fantástica se genera cierta desconfianza hacia las explicaciones racionales, lo cual puede sugerir que éstas sean abandonadas. Pero en el caso de lo descrito por Cortázar, el sentimiento de lo fantástico ciertamente genera escepticismo, pero también parece ser un aliciente. La frase, «los misterios se van multiplicando», invita a seguir investigando sin abandonar las explicaciones racionales. En todo caso, es importante que la ciencia no lo pueda explicar todo racionalmente, para que aún pueda dársele lugar a lo fantástico. Con esto, por último, queda preguntarnos, ¿el género literario de lo fantástico no está en peligro de extinción, debido a que con los avances de la ciencia, el ámbito de lo desconocido se va reduciendo? Como dice Ana María Barrenechea: “Aun suponiendo eso, el miedo a la muerte inevitable continuará alimentando la posibilidad de imaginaciones fantásticas como alimentó los mitos”.[9]

Conclusión

Podemos concluir entonces que, las explicaciones racionales no se rechazan en la literatura fantástica, se adoptan para dar cuenta de una parte de la realidad. Parece prevalecer más el terreno de lo enigmático, aquello que el personaje sólo puede intuir: como la conexión de todo cuanto existe en el universo, que elimina la dualidad entre sujeto y objeto. Hay, pues, cierto intuicionismo e irracionalismo moderado en las obras fantásticas. Esto quizá sea fruto de que tuvieron su auge en la época Romántica, la cual, a su vez, parece retomar y asimilar algunas ideas de la filosofía antigua, como Logos e Hilozoísmo. Hay cuestiones que ya no abordamos, como el problema del intuicionismo y el del determinismo que parece haber en la obra fantástica. ¿Cómo podemos explicar la intuición? ¿Cuántos tipos de intuición existen? Si tratamos de explicar la intuición, entonces dejaría de ser tal, pues parece ser algo que se capta de manera directa y nada más; pero si no podemos explicarla, entonces no tendría un sustento filosófico, pues la filosofía es discursiva (la cuestión es paradójica). Por otra parte, si todo está determinado como en una relación dependiente en la obra fantástica, entonces la libertad del personaje se pone en duda. Esto podría acercar a la literatura fantástica con lo trágico. Son, finalmente, temas que pueden abordarse en ulteriores investigaciones.


[1] Hessen, Teoría del Conocimiento, Grupo Editorial Tomo, México, 2007, p.140.

[2] Ibid. p.

[3] Todorov, Introducción a la literatura fantástica, Premiá, Tlahuapan, 1987, p.85.

[4] Nerval, Aurelia, Ediciones Era, México, 2010, p. 20.

[5] Maupassant, La noche, Biblioteca Virtual Universal, Argentina, 2006, p. 3.

[6] Nuestras explicaciones están basadas en las definiciones de varios diccionarios filosóficos, disponibles en la página: http://www.filosofía.org.

[7] Todorov, Op. Cit., p. 86.

[8] Julio Cortázar, El sentimiento de lo fantástico, Líneas 48-50, Disponible en, ciudadseva.com, Fecha de consulta, 9 de febrero de 2020.

[9] Barrenechea, Ana María.  “Ensayo de una tipología de la literatura fantástica”. Revista iberoamericana. Núm. 80 (1972). p. 392-403.


Bibliografía

Barrenechea, Ana María. Ensayo de una tipología de la literatura fantástica. Revista Iberoamericana, Núm.80 (1972).

Cortázar, Julio. Bestiario. Buenos Aires, Ed. Punto de lectura, 2004.

____El sentimiento de lo fantástico. Disponible en: ciudadseva.com. Fecha de consulta 9 de febrero de 2020.

____Final del juego. México, Ed. Punto de lectura, 2014.

De Maupassant, Guy. La noche. Argentina. Ed. Biblioteca Virtual Universal, 2006.

Hessen, Johan. Teoría del conocimiento. México, Ed. Grupo Editorial Tomo, 2007.

Nerval, Gerard. Aurelia. México. Ed. Ediciones Era, 2010.

Todorov, Tzvetan. Introducción a la literatura fantástica. Puebla, Ed. Premia, 1987.

Páginas de internet

http://www.filosofia.org

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